Se trata de un sistema compuesto generalmente por un recipiente para almacenamiento del polvo, un cilindro propulsor en el que se aloja el gas que lo impulsa o propulsa.
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Debido a las secuelas que provoca una descarga de este tipo de agente extintor se suele emplear en zonas en las que su utilización no provoque desperfectos tras la difusión del producto.
Se puede actuar de forma automática mediante detección de incendios, aunque para minimizar una descarga incontrolada por falsas alarmas, se suelen emplear sistemas de detección de tipo térmico o de llama, por lo que suele resultar poco precoz la reacción de descarga, o desfavorable económicamente.
A pesar de los inconvenientes que suscitan sus propiedades físicas poco higiénicas, se trata de un agente extintor excepcional contra fuegos de tipo líquido, sólido e incluso gaseoso, pudiendo satisfacer las expectativas más exigentes en lo que a extinción de incendios se refiere.
Suele emplearse con frecuencia para sofocar conatos de incendio en estaciones de servicio, industria operadora de gases, líquidos inflamables y explosivos y algunos otros procesos industriales con un trasiego de sustancias con alta probabilidad de ignición.
